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El regate de Eduardo al olvido

10 de abril de 2024 Deporte Inclusivo , , ,

Eduardo es uno de los jugadores de uno de los equipos de fútbol andando de nuestra Escuela 100×100 Deporte. Su mujer, Esther, lo acompaña a todos los entrenamientos.

La de Esther y Eduardo es una historia de amor que viaja a través de los años y nos conduce hasta el presente, al complejo deportivo de los Cerros, en Valladolid. La lucha de los dos contra el Alzheimer que Eduardo padece desde hace cinco años, es tan solo uno de los capítulos de su historia, una vida compartida desde su juventud que los ha hecho enfrentarse juntos a multitud de desafíos. Empezando por la distancia, Esther es de Bilbao y Eduardo de Valladolid, pasando por un amor poco convencional y, para muchos, imposible, hasta el desafío de formar una familia: “Vale la pena luchar por algo si crees en ello y nosotros eso lo hemos hecho siempre juntos”.
El último reto comenzó cuando Eduardo cumplió los 70 años y los primeros
síntomas de la enfermedad aparecieron. El primer paso les llevó a actividades de estimulación cognitiva y de memoria. Tras la pandemia, Jesús, el director del centro de mayores de Mosquera al que acudían, les habló de la actividad de Fútbol Andando que ofrecía la Fundación Eusebio Sacristán. Junto al baloncesto, era un deporte que Eduardo practicaba de joven y el matrimonio decidió darle una oportunidad a una actividad a la que ha continuado asistiendo hasta el presente.

Una cosa que destaca de Eduardo es que siempre ha sido muy querido y
valorado por todos los que lo rodean: en las milicias de joven, en la empresa
donde trabajaba, por sus seres queridos… Sus compañeros de la Escuela de
Fútbol Andando no son una excepción. Tomás, con quien también va a
baloncesto los viernes, alababa su fuerza en la cancha y la energía que le pone a todo lo que hace: “Aquí él se lo pasa bien y nosotros con él fenomenal”. Sobre el ambiente en el campo de Girón, Tomas destaca esa amistad y cariño que se ha creado detrás del juego “Venimos a hacer ejercicio y luego a pasarlo bien de verdad”.
Para Esther verlo jugar al fútbol implica un respiro en sus preocupaciones diarias, y, sobre todo, la tranquilidad de ver a su marido en un ambiente cómodo y familiar, que siempre abandona contento: “Si yo lo veo contento, yo estoy contenta; si tiene un problema, yo tengo un problema”. En el deporte ha encontrado ese descanso y una actividad saludable con la que trabajar el cuerpo y el cerebro: “Al principio Eduardo se inscribió a un gimnasio, pero él no se sentía cómodo. En el equipo de fútbol andando se le ve mucho más relajado”.


Esther y Eduardo no saben lo que les deparará el futuro, pero cada día disfrutan de su amor y compañía pasando las tardes en el cine, museos, visitas guiadas y otras actividades que les permiten estar ocupados y juntos “No dejo parar a Eduardo porque es necesario, muy importante para él y para los dos”.

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